Lo que ayer, y                                                
    tantas veces,
me quemaba la piel
ahora me hace sentir frío;

como la dualidad que implica
     el ser libre
con condiciones,
con tantas condiciones.



Y hoy, que entiendo
lo incierto de estar seguro
         y la certeza
de dudar.

Hoy; que me siento
tan atrapado
         en mi.
-en ser libre-
          hoy
entiendo el frío.

La razón,

    señorita,

que nos vamos a perder

    como la razón.

Átala bien cerca,

y susúrrale,

intenta entenderla

       y piérdete.

Tranquila, 

     señora,

que eres vida

aunque me traigas muerte.

Tiempo al tiempo,

      razono; seguridad

en lo incierto.

                            Nada

en mi cuerpo,

     será razón

todo lo que tengo.

Créeme cuando te digo que estoy cansado

de probar todos los caminos y encontrar el mismo final

tan vacío, tan torpe...

No sé quien me obliga a descarrilar en el desorden

sin ningún motivo.

Todo se escapa de lo que entiendo 

desde que en mi calendario sigue siendo ayer

tal vez me vaya con el tiempo

a morir a donde me dejaste tirado.

Olvida aquel silencio

arrítmico 

que suena cuando perdemos el sentido.

Te ofrezco acompañarme 

en un viaje con destino al final de siempre.

Esto no sería tan difícil si no me hicieses dudar
Cuando me pones la piel de gallina sin susurrarme al oído.
Y sé que me espera tu nombre en el fondo de las latas de cerveza.
Aunque hagas que parezca que todo es como siempre
No necesito mapas para perderme por tus lunares
Ni para encontrarte durmiendo entre mis sábanas
Que ya me sé de memoria todos tus caminos
Aunque hagas que parezca fuerte.
Y tú te vas como el otoño
Llevándote las hojas secas que cubren mi tejado
Ahora vuelve a llover sobre mojado.
Todos los charcos de mi portal ahora parecen mares
Y sé que mi barco de madera no aguanta tu tormenta otra noche más.
Parece que no te importa hundirme.

Me sé todas esas historias de lo difícil que es cuando alguien a quien quieres se marcha.
Pero ¿Qué pasa cuando se va con quien aún te queda todo?
Que no sepas cuales van a ser todas esas primeras veces.
Porque ni yo fui corriendo detrás de tu tren,
viendo como no podía evitar que te separases de mi.
Ni tú me dejaste una bonita carta en la cama
que me hiciese apretar los puños y mojar las mejillas.
Tampoco la firmaste, juntando tus labios con el papel y manchándola de de aquel rojo carmín.
Que tampoco conozco.
Lo único que me dejaste fue el recuerdo.
El recuerdo de cuando mis ojos encontraban lo que estaban buscando en los tuyos.
O el recuerdo de alguna palabra en el momento perfecto.
El recuerdo de un abrazo, quizás demasiado corto.
El recuerdo que me empuja a escribirte,
Alguna línea.
De vez en cuando.
Joder.
Que bien sabes hacer que no te olvide.

Que no pueda dormir no es solo culpa del sonido de la lluvia clavándose en mi ventana.
No es culpa de sentirme por dentro frío, cuando me arde la piel.
A lo mejor es porque tú eres viento y yo soy ese montón de polvo.
Me levantas y me dejas caer donde más me duele.
Encima de todas esas piedras.
Aunque me levante, vuelvo a tropezar con ellas.
Y llevo cayendo igual unas cuantas primaveras.
Aunque me sienta cobarde no me queda otra que echarle un par.
Y llevo apostando por mi todo este tiempo.
Y todo este tiempo he salido perdiendo.
El problema es mío por no apostarlo todo al color de tus ojos.
O a los gritos que tiene que aguantar el silencio.
A que me tiren al fondo del mar antes de saber nadar.
O solo por las ilusiones que nacen y mueren en mi cabeza.

Hoy es uno de esos días en los que notas la sonrisa frágil.
Uno de esos días en los que solo te acompañan el frío y la lluvia.
Uno de esos en los que es raro que le de vueltas al coco y no acabe pensando en ti.
Uno de esos en los que el orgullo termina jodiendo con las ganas.
Y entre el humo y los parques parece que escapo de mis problemas.
Haciendo un esfuerzo cada día más grande por parecer un poco más feliz.
Porque eso es lo que quieren.
Sonríe.
Asiente.
No contestes.
Amén.
No destaques.
Que parezca que todos somos felices.
Que todo va bien.
Solo quiero que me dejes ser esa espina que tienen todas las rosas.
Esa nube negra que tenía esa tarde de primavera.
Esa sonrisa que sabes que me sale siempre que me acuerdo de tus ojos.
Solo quiero montar la de Troya por mi Helena.